Distinción oficial otorgada por Yad Vashem a personas no judías que, con riesgo para sus vidas, ayudaron a salvar a judíos perseguidos durante el Holocausto, en reconocimiento a su valor moral y humanitario. Estas personas son honradas con el título de "Justos entre las Naciones"
Ángel Sanz-Briz fue nombrado encargado de negocios de la legación española en Budapest en el verano de 1944. Inmediatamente después del comienzo de las persecuciones contra los judíos húngaros ofreció en nombre de su gobierno proveer pasaportes a judíos de origen español, y negociar por su protección con las autoridades de Hungría.
Sanz-Briz recibió el consentimiento de otorgar esos derechos a 200 judíos españoles pero los amplió por su cuenta a 200 familias y luego incrementó el grupo una y otra vez.
También hizo alojar a judíos en edificios rentados por él en Budapest bajo la protección de la bandera española, al mismo tiempo que colocaba avisos que indicaban que eran propiedades extraterritoriales pertenecientes a la legación española.
Asimismo instó al representante de la Cruz Roja Internacional a que colocara letreros españoles en hospitales, orfanatos y clínicas de maternidad, para proteger a los judíos que se encontraban allí. Sanz-Briz actuó heroicamente, logrando salvar a numerosos judíos, cuya mayoría no eran de origen español.
El gobierno de su país le ordenó abandonar la capital húngara en diciembre de 1944.
Los supervivientes Enrique y Jaime Vandor recuerdan sus experiencias durante la guerra y el papel de Sanz-Briz en su salvación. Siendo niños recibieron la protección de la legación española en Budapest junto a su difunta madre, Anny Vandor, desde el otoño de 1944 hasta la llegada de las tropas soviéticas. Fueron alojados en una de las "casas españolas" de las cuales estaba prohibido salir. Sanz-Briz se preocupó en hacerles llegar alimentos. Gracias a sus esfuerzos, los Vandor y muchos otros sobrevivieron, y es por ello que siempre lo tuvieron presente en su memoria. Después de la liberación el Sr. Sanz-Briz continuó su carrera diplomática.
Sebastián de Romero Radigales llegó a Atenas en 1943 para asumir el cargo de nuevo jefe de la legación diplomática española. Grecia ya estaba bajo ocupación alemana y en marzo de 1943 había comenzado la deportación de los judíos de Salónica a Auschwitz. En un lapso de cinco meses fueron deportados 48.000; la floreciente comunidad judía, que había existido desde la época helenística, fue casi completamente destruida.
Por razones pragmáticas los alemanes consintieron en exceptuar a judíos poseedores de ciudadanía italiana y española de la deportación, con la condición de que regresasen a sus respectivos países. Los judíos italianos se salvaron y pudieron volver a Italia. Pero los que ostentaban ciudadanía española se toparon con la reticencia del gobierno español de permitirles ser repatriados.
Esta era la situación con la que se encontró Romero Radigales a su llegada. En una carta del 15 de abril de 1943, escrita poco después de su arribo, agradecía al ministro de Asuntos Exteriores Gómez-Jordana por el nombramiento e indicaba que estaba ocupado arreglando la repatriación de 510 judíos de Salónica que tenían ciudadanía española. A pesar de las instrucciones del ministro de "mantener una actitud pasiva, [y] evitar toda iniciativa personal", Romero Radigales continuó negociando incansablemente a favor de los judíos con las autoridades alemanas y españolas.
El 13 de agosto de 1943 un grupo de 637 judíos poseedores de ciudadanía española llegaron a Bergen-Belsen. Romero Radigales continuó sin darse tregua con sus esfuerzos de proteger a esas personas, hasta que finalmente el gobierno español cambió su posición y permitió el traslado del grupo a Marruecos español. Los documentos de viaje llevaban la fima de Romero Radigales. Issac Revah, por entonces un niño, recuerda cómo se les permitió abandonar el campo en febrero de 1944.
"Ser liberado de un campo nazi es un evento increíble. Todo ocurrió gracias a un hombre excepcionalmente valeroso y humano", escribió a Yad Vashem. Revah no olvidó las acciones de su salvador y se dirigió a Yad Vashem para que Romero Radigales sea honrado y reconocido como Justo de las Naciones.
Romero Radigales hizo todo lo que estaba en su poder para asistir a los judíos en Atenas. También intervino ante las autoridades alemanas para que liberasen a judíos del campo de detención de Haidari; también guardó las pertenencias de judíos arrestados, para asegurar de que fuesen devueltas a sus propietarios o a sus herededros legales después de la guerra – acciones que iban más allá de sus deberes como diplomático, y a menudo contradecían la política de su gobierno.
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